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Vamos a morir todos, de Emily Austin. Un alegato a la salud mental con humor, la pérdida y lo que supone vivir en sociedad

Vamos a morir todos libro

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Creo que fue Maruja Torres quien dijo que, si pensamos en la muerte, los soldados tienen la esperanza de pensar que pueden salvarse cuando van camino a la guerra, pero que los ancianos saben que ese es su único final posible.

En el libro Vamos a morir todos, Emily Austin (Blackie Books, 2023) trata temas relacionados con la salud mental, que van desde el miedo a la muerte, la depresión, el consumo de alcohol… también sobre el sentirse perdido sin un rumbo claro, las relaciones familiares y románticas, la homosexualidad o la (ausencia de) fe.

Y todo ello abordado con un sentido del humor mordaz, que aligera en cierta medida todos estos temas tan existenciales. Algo así como una versión de Fleabag a la canadiense.

De qué trata Vamos a morir todos, de Emily Austin

Gilda es la protagonista de Vamos a morir todos, escrito por Emily Austin. Tiene veintitantos, se acaba de quedar sin trabajo, se está quedando sin dinero y acude al hospital porque ha sufrido un accidente de tráfico nada grave. Allí la conocen porque suele ir de forma recurrente por ataques de pánico y ansiedad. Le asusta la posibilidad de morir, la de molestar a la gente y también la de hacer año a un ser querido. Su hermano tiene problemas con el alcohol, le encantan los gatos, sus padres son un gran foco de ansiedad para ella y tiene una novia a la que normalmente no sabe cómo demostrarle cuánto le quiere.

En medio de toda esa vorágine, encuentra un panfleto que promete darle la ayuda que necesita, así que decide ir a ver qué tal. Cuando llega, descubre que es una iglesia de barrio normal y corriente, y ella, lesbiana, atea y algo disfuncional, acaba trabajando como secretaria para la congregación.

La muerte de su mascota cuando era pequeña, la de la antigua secretaria a la que sustituye, el problema con el alcohol de su hermano, la pasividad de sus padres, la inocencia de una señora mayor que envía correos a su amiga muerta, los pensamientos suicidas y la dificultad de crear un vínculo con su novia, hacen que sienta un combo de emociones difíciles de gestionar, algo que le provoca una gran cantidad de ataques de ansiedad. Además, el lector puede sentir en esta narración en primera persona, cómo afecta la ansiedad, qué patrones suele haber, cómo lidia una persona con la depresión y, en general, puede empatizar más con estos sentimientos aunque nunca los haya sentido.

Vamos a morir todos de Emily Austin

Qué hace especial el libro

Emily Austin ha desarrollado un personaje principal, Gilda, tremendamente rico. Complejo, puesto que al final los temas que trata son duros y complejos de abordar, pero a la vez es divertida, inocente y rebosa bondad. Algo que hace que te genere mucha ternura y que, de ser posible, quisieras darle un enorme abrazo.

Porque Gilda se enfrenta a situaciones reales: aunque ella intenta superar su depresión siendo mejor persona y poniendo al día su casa, lo cierto es que hay veces que esas cosas no son suficientes. Porque hay días donde la vida sencillamente es hostil y la gente complicada de tratar. Por mucho que tú intentes lo contrario. Porque somos complejos y tendemos a complicarnos más de la cuenta. Y además no vamos lo suficiente a terapia.

Es bastante interesante ver cómo todo el foco de ansiedad de Gilda no solo viene de esos encuentros, sino también de una infancia cargada de situaciones sin afrontar y unos padres que rehúyen los conflictos. Sus padres nunca les han puesto nombre a los problemas y su única forma de actuar frente a ellos es hacer como que no existen. No hablan, no exponen lo que sienten. Algo bastante generacional, de hecho. Para ellos es mucho más sencillo hacer como que no ha pasado o como que no está pasando, antes que reconocer que uno de sus hijos tiene un problema con el alcohol y que su hija siente auténtico pavor por la vida y la muerte.

La estructura, un elemento clave para transmitir cómo se siente la protagonista

Además de lo anterior, otro elemento muy rico en la narración es la forma en la que se estructura la historia. Dividid en cuatro partes, el libro va saltando constantemente de tiempo, permitiendo a la protagonista recordar elementos del pasado; y en el futuro. Gracias a este recurso, podemos zambullirnos totalmente en la cabeza de Gilda.

En su depresión, en su enajenación, en sus miedo y bloqueos. Hay momentos donde estos párrafos pasan rápidos, siendo cortos y abruptos. Otros donde ocupan parte de la página. Y, pese a ello, te mantiene constantemente pegada a la historia sin permitir que te pierdas por los pensamientos de la protagonista.

Emily Austin concibió Everyone in This Room Will Someday Be Dead en un funeral

Emily Austin, la autora de Vamos a morir todos, afirmaba en una entrevista para Xtra Magazine: ‘Estaba en un funeral cuando concebí este libro. Crecí siendo católica, pero había transcurrido mucho tiempo entre la última vez que había estado en una iglesia y ese funeral‘.

Nacida en Ontario, Canadá. Emily estudió Lengua y Literatura Inglesa, y después estudió para ser bibliotecaria. Aunque ya sentía pasión por los libros, gracias a este último curso en ‘Biblioteconomía y Ciencias de la Investigaciónse enfrentó a un trabajo en el que tuvo que investigar un tema y decidió elegir la ficción LGBTQI+ en Canadá. Analizó cuánta gente en el país se identificaba con el colectivo, cuántos delitos de odio había contra ellos y si los fondos de la biblioteca les representaban. Fruto de la investigación comprendió que la ficción lésbica estaba muy poco representada, así que decidió juntar todas las ideas que tenía en la cabeza para crear Vamos a morir todos.

Entre sus referentes destaca el libro The Bell Jar de Sylvia Plath. También ha escrito ‘Oh Honey‘ (2017), y próximamente publicará ‘Interesting Facts about Space‘ (2024).

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Miryam Artigas

¡Hola! Soy Miryam Artigas, y llevo escribiendo en esta web desde julio de 2009. Adoro leer, la fotografía, ver películas y series, cuidar mis plantas y hacer yoga.

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