Es curioso cómo, generación tras generación, pensamos que las preocupaciones que nos atañen nos hacen tan especiales como nuestras circunstancias.
Si no, que se lo digan a Mary Shelley quien dio vida a la criatura y al doctor Frankenstein inspirándose en el mito griego de Pigmalión y, 174 años después, inspiró a Alasdair Gray a crear ¡Pobres criaturas!, libro que este año llega a la gran pantalla de la mano del director Yorgos Lanthimos. Ahí es nada.
Sin embargo, si algo nos ha enseñado la literatura, es que el ser humano -por muy complejo y evolucionado que se sienta- suele tener los mismos sueños y también las mismas pesadillas, independientemente de su generación.
Lanthimos adapta Pobres criaturas (2023), la novela homónima de Alasdair Gray
Incómoda, bella y visceral… Así es Pobres criaturas, la película de Yorgos Lanthimos que ha recuperado el libro de Alasdie Gray y que, tras renovarla, adaptar el guion y aplicar una enigmática capa de belleza, ha conseguido crear un mundo onírico lleno de luces, sombras, inocencia y crueldad.
De qué trata la película Pobres Criaturas
La historia gira en torno a Bella Baxter (Emma Stone), una joven excepcional fruto de un experimento del Doctor Godwin Baxter (Willem Dafoe). Tras vivir recluida y bajo el metódico estudio de Baxter y su ayudante Max McCandles (Ramy Youssef), Bella comienza a sentir su opresión y también unas ansias irrefrenables de salir al mundo real.
Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo) un abogado sin escrúpulos, le ofrece la posibilidad a Bella de vivir aventuras, viajar y experimentar en todos los sentidos… por lo que decide abandonar la casa, alejarse de su creador, y salir en busca de aventuras.
Ahí es cuando Bella experimenta su propia sexualidad, se enfrenta a las restricciones sociales, los prejuicios de la época y las limitaciones que la sociedad patriarcal impone a las mujeres. También navega entre los límites de la moralidad y el impulso de su propio instinto, y lucha contra el poder que quieren ejercer los hombres sobre ella. Todo ello mezclado con un tono de comedia oscura que te hace reír, estremecerte, incomodarte y reflexionar.
De Mary Shelley a Lanthimos: El mito de la criatura y el poder del creador
¿Qué tiene la historia del Doctor Frankenstein que nos sigue obsesionando tantos años después de su publicación?
Aunque la historia de Frankenstein y su criatura ha sobrepasado todos los tipos de arte y enamorado a aristas de todo tipo que han querido adaptarlo a su trabajo, es imposible pensar en Mary Shelley sin evitar recrearnos un poco en el mito griego de Pigmalión.
Según la mitología griega y la versión posterior de la Metamorfosis de Ovidio, Pigmalión era un escultor que se había desilusionado totalmente por el amor dada la baja estima que se tenía y la percepción de sus imperfecciones. Por ello decidió crear una estatua de marfil que representaba su ideal de mujer perfecta, tan bella que se enamoró perdidamente de ella.
Pigmalión le pidió a Afrodita que convirtiera la estatua en una mujer real y ella, conmovida por el amor y la devoción de éste, le concedió el deseo. Galatea se casó con Pigmalión y algunas versiones afirman que tuvieron un hijo llamado Pafo. Este mito, mezclado con la fascinación de la época por los avances médicos, sirvió a Mary Shelley para reflexionar en torno a las relaciones de poder y las expectativas de las relaciones humanas.
Aunque es importante no olvidar un hecho: cuando Mary Shelley escribió su obra cumbre, además de encumbrarse en una historia fantástica (recordemos que lo escribió en una noche terrorífica, bajo tormentas eléctricas en un retiro que hizo junto a su marido Parcy Shelley y Lord Byron en la Villa Diodati en 1818), ésta había pasado por varias muertes traumáticas.
La vida y la muerte en la historia de Mary Shelley
La primera fue la de su madre, una pionera filósofa feminista llamada Mary Wollstonecraf, quien murió al dar a luz a Mary, hija que llevaría su propio nombre. Este fue un hecho que dejó un hueco enrome en la vida de Mary, de la que afirman que incluso pasaba largas jornadas escribiendo junto a la tumba de su madre. Además heredó las ideas liberales y feministas de ella, ideas que volcó en el libro La vindicación de los derechos de la mujer (1792).
La segunda muerte que le marcó fue la de su primera hija, que murió a los pocos días de nacer, y la de su segundo hijo, que no llegó a hacerlo nunca. No es de extrañar entonces, teniendo en cuenta el enorme vacío y dolor que dejaron estos hechos, que crease un libro como el de ‘Frankenstein o el pequeño Prometeo’. Una obra en el que un doctor experimenta con la vida humana y, mezclando varios cuerpos, crea una criatura con vida y conciencia pero con un aspecto monstruoso. El Doctor Frankenstein, horrorizado por su propia creación, abandona a la criatura sin ni si quiera ponerle un nombre. Y a partir de ahí, acompañamos a la criatura en su viaje de descubrimiento y en la búsqueda del amor de su creador.
Lamentablemente la muerte y la vida continuó acompañando a Mary ya que, después de escribir el libro, tuvo otros tres hijos de los cuales solo sobrevivió uno, Percy Florence (1819). Su marido, Percy Shelley, tras hacerla sufrir por sus aventuras, apostar su dinero en partidas y abandonarla en los momentos de duelo, también moriría a bordo de un barco en la Bahía de la Spezia en el año 1821.
Alasdair Gray: una vida poco convencional
Aunque a Mary Shelley (1797) y a Alasdair Gray (1934) les separan varias generaciones, es curioso cómo podemos observar varias conexiones entre amos escritores.
Para empezar, Alasdair también tuvo a la muerte como un detonador en su vida, aunque no tan presente como en el caso de Mary. Su padre estuvo a punto de morir en la Segunda Guerra Mundial, algo que reflejó en su obra en varias ocasiones, pero no fue solo eso lo que le marcó, sino que la familia al completo tuvo que ser evacuada en varias ocasiones, pasando por Auchterarder (Perthshire) y Stonehouse (Lanarkshire) durante 1942 hasta 1945.
Allí vio cómo los estragos de la guerra iban haciendo mella en la población más empobrecida, lo que le animó a peregrinar a las bibliotecas públicas y refugiarse entre los libros, al igual que hizo Mary Shelley. Además le acompañaron en uno de los momentos más duros para el escritor cuando, a los 18 años, Alasdir perdió a su madre por un cáncer.
Alasdair Gray o el Doctor Godwin Baxter
Además de una infancia difícil, Gray tuvo grandes problemas para socializar durante toda su vida, algo que amortiguaba con grandes dosis de alcohol, aunque eso no le impidió casarse varias veces. Sufría problemas dermatológicos graves y siempre se lamentaba de ello y de su aspecto físico, hechos que le alejaban en general de la gente y especialmente de las mujeres.
Algo que podemos comprender a la perfección si analizamos el personaje que creó del Doctor Godwin Baxter, un ser deformado, mutilado y cuyas cicatrices asustan a las personas con las que se cruzaba en la calle, por lo que se encierra en casa para dar vida a su creación (Bella en el caso del Doctor, sus novelas en el caso del escritor), jugando a «ser un dios, GODwin».
Gray vivió parte de su vida recluido -gran parte de ella en Glasgow- y llegó a perder todo lo que tenía en varias ocasiones, teniendo que pedir dinero de forma recurrente al Fondo de Beneficencia para los Artistas Escoceses. Eso, su dejadez total por su aspecto físico y sus problemas con el alcohol le llevaron a divagar en sus novelas sobre los límites de la moral, la ética, los convencimientos sociales y la fina línea entre el bien y el mal.
Yorgos Lanthimos recupera el texto tres décadas después
Y, casi tres décadas después de la publicación de ¡Pobres criaturas! va Yorgos Lanthimos, adapta el libro y (no sin su buen combo de crítica) se alza con la ovación del sector cinematográfico. 11 nominaciones a los Premios Oscar 2024, León de Oro en el Festival de Venecia, Globos de Oro, nominaciones a los BAFTA y un largo etcétera.
Aunque la apuesta era bastante arriesgada dados los temas que trata la película (crítica al capitalismo, a los tapujos sobre la sexualidad, y la necesidad del feminismo…) se presentan de una forma muy visceral, Yorgos consigue hacerlo con un toque de comedia negra que rebaja las escenas más incómodas y espeluznantes.
Las actuaciones de Emma Stone (Bella Baxter), Mark Ruffalo (Duncan Wedderburn), William Dafoe (Doctor Godwin Baxter) son absolutamente increíbles, aunque es imposible no destacar la capacidad de Emma Stone para interpretar este papel tan complejo de una forma tan asombrosa. Una película que, aunque en muchos sitios se presenta como “la liberación sexual femenina” no deja de resaltar el peso del poder de los hombres (de su creador, el doctor Godwin; de su prometido Max McCandles o su amante Duncan) y de cómo intentan constantemente manipularla en su beneficio, ya sea estudiándola como un experimento, usándola como un objeto sexual o intentando controlarla para que esté bajo su poder.
Equipo técnico de la película Pobres criaturas
Todo ello adornado con una recreación visual onírica que bebe directamente de los cuentos, de la fantasía al más puro estilo del pintor John Everett Millais pero mezclado con una sutileza propia de la moda. James Price y Shona Heath han sido los encargados del magnífico diseño de producción y Robbie Ryan como director de fotografía, quien repite con Lanthimos tras La favorita (2018). Por último, destacar el trabajo que ha realizado Tony McNamara a la hora de adaptar el libro al guion de la película, creador de la magnífica serie The Great (2020) y quien repite con Emma Stone tras Cruella (2021).