Crear un producto tan innovador, transgresor y atípico como Girls es una hazaña que está a mano de tan sólo unos pocos. Lena Dunham (directora y protagonista de la serie) lo consiguió. La primera temporada de la serie fue tan bien recibida, que se metió en el bolsillo a los públicos más exigentes, complicada dada la dureza y franqueza con la que tratan ciertos temas.
Sin embargo, si hay algo mucho más difícil que conseguir todo lo anterior, es realizar una segunda parte y hacer que brille tanto (o más) como su predecesora. En Estados Unidos, la audiencia bajó con respecto a al primera temporada pero aun así, creo que merece y mucho la pena. CONTIENE SPOILERS:
Al igual que en la anterior, esta segunda temporada de Girls cuenta con 10 capítulos y continúa la trama de estas jovencísimas chicas: Hannah daba fin a la relación con Adam, Jessa re-aparecía y se casaba con un desconocido, Marnie empezaba una nueva vida de soltera donde vagaba sin rumbo fijo y Shoshanna se zambullía en su primera relación.
Si algo caracteriza a Dunham, es la facilidad que tiene para establecer puntos de giro y jugar a su antojo con la trama. Muchos dijeron de Girls que era una «obra maestra» cuando comenzó a emitirse y que Lena Dunham era una auténtico gurú pero también que era una egocéntrica. Es imposible obviar las comparaciones, y en esta segunda temporada, vemos una Hannah mucho más perdida y auto-destructiva. Lo único que quiere es vivir cuantas más experiencias mejor para sentirse realizada como escritora. Y en este terreno no le va nada mal, en serio, pero cuando consigue éxito se bloquea y aflora unos aspectos de ella muy interesantes que salvan el final de la temporada.
La serie consigue llevar al espectador a los extremos más inesperados y aun así, que lo disfrute. Carcajadas, repulsión, compasión, impotencia… todo ello mezclado en un saco y sacado al azar. Su alter-ego Hannah (la protagonista) consigue ser el epicentro de toda la temporada. Ella y su locura transitoria con su personalidad auto-destructiva.
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«Si ‘Girls’ dependiera de los chicos, sería como estar en un río sin un remo». |
Se ha comparado la serie con otras como Sexo en Nueva York, por tratar temas crudos con total normalidad, aunque si bien es cierto, estas cuatro protagonistas no tienen nada que ver con las newyorkinas adineradas y adictas a la moda. El éxito de la serie reside en la protagonista, tan atípica, engreída, egoísta, sin un cuerpo perfecto y que sufre el síndrome de Tourette.
Podemos ver a Hannah despreocupada, cortándose el pelo delante de la cámara y paseándose delante de ella sin sujetador. También es cierto que en esta temporada, se han incrementado los desnudos injustificados por su parte y quizá actitudes más excéntricas que bien podrían ser para completar el perfil de la serie o para intentar seguir llamando la atención. Aún así, el resto de protagonistas sufren una transformación desde la primera a la segunda temporada. Shosana despierta (por llamarlo de alguna forma) de la parsimonia mental que sufría y decide investigar y disfrutar su juventud. Se aleja del prototipo de chica perfecta y abandona la relación seria y aburrida que mantenía. Mientras tanto, Jenna, la más incontrolable de las amigas, continúa siendo extravagante pero deja ver un lado de su vida hasta entonces desconocido, que permite conocer y comprender un poco más su carácter y espíritu perdido. Marnie, por su lado, consigue encarrilar su vida, encontrarse en el mar de dudas en el que nadaba. Con un bonito final amoroso incluido.