Para muchos, puede que Rosa Montero sea esa escritora que siempre está en la cabecera de novedades. Porque de hecho suele ser así. Pero lo cierto es que la madrileña tiene una gran cantidad de facetas que hacen que todo lo que le rodea tenga un color especial: desde sus columnas en medios hasta los comentarios llenos de cariño que dedica a sus lectoras en Twitter. Con La buena suerte de Rosa Montero, encontramos una nueva oportunidad para acercarnos al imaginario de la escritora.
De qué trata La buena suerte de Rosa Montero
La historia de La buena suerte de Rosa Montero empieza con un impulso. Un latido. Un actoreflejo que anima a Pablo, su protagonista, a bajarse de un tren antes de llegar a su destino. Le recibe el andén de Pozonegro, una localidad abandonada a su suerte, algo decadente, que vivió tiempos mejores. Pero, pese a la fealdad del lugar y que no lleva ni pertenencias ni casi efectivo, encuentra cierto refugio en uno de los edificios pegados a la estación.
Mientras sus conocidos y compañeros le buscan e intentan descubrir por qué ha huido de esa forma, poco a poco va recomponiéndose gracias a los personajes que viven en Pozonegro. Raluca, una vecina rumana con una energía y luz contagiosa o su vecino octogenario enganchado a una bombona de oxígeno.
Ninguno de ellos es perfecto. Ni tampoco lo pretenden. Pero es en la forma en la que cada uno de ellos enfrentan su complejos y sus fantasmas del pasado, lo que permite a Pablo comprender lo que le ha llevado a aquella extraña localidad.
Lo qué hace especial el libro
En el libro de Rosa Montero encontramos una gran cantidad de mensajes e historias mezcladas entre hechos reales y el imaginario de la madrileña. Y, aunque en muchas de ellas encontramos la peor faceta del ser humano (violencia, adicciones, enfermedad, envidia y rencor) lo cierto es que viene envuelto en un halo de optimismo y felicidad -real, sin artificios- que te hace ver la vida desde ambas facetas. Para comprender, quizá, que nosotros tenemos más poder del que pensamos. No a la hora de controlar lo que pase, sino de cómo enfrentarlo.
De minimizar las cosas y ver el lado positivo (sin dejar de asumir aquello que nos ha hecho daño) o sumergirnos en el abismo y quedarnos en él. Creo que eso es lo que más me ha gustado del libro que, aunque tiene pinceladas ficticias, muchos de los lectores tendrán facilidad a la hora de verse reflejados en los personajes principales de la historia.
Creo que en otro momento La buena suerte quizá no me habría enganchado tanto como lo hizo cuando lo leí. Una de las cosas que me chocaban más era el esterotipo de hombre-exitoso-atarmentado-rico se enamora de chica-pobre-inculta. Pero lo cierto es que conseguí conectar totalmente con la historia y que ésta me hizo salir de un bloqueo lector que llevaba arrastrando meses. Al final tiene un mensaje de fondo que es necesario recordar con frecuencia para evitar caer en esos fantasmas y en la oscuridad que a veces llama a nuesta puerta.
Seguiré probando con Montero, ya que tras haber leído La carne, todavía no he encontrado ése libro que consiga enamorarme de la autora, tal y como hacen sus textos periodísticos.