Muchos de nosotros, entendemos como sagrados estos lugares. Recorremos sus pasillos, curioseamos entre las estanterías intentando encontrar esa nueva conquista que pase a convertirse en uno de nuestros favoritos. Un libro que nos ilusione, que nos llene, que nos emocione, que nos haga reír… o llorar, que nos haga morirnos de miedo, o viajar a otra ciudad.
Tiene que ser muy bonito ese momento en el que metes el libro en la bolsa y se lo das a la persona que tienes en frente, la cual tiene una sonrisa de oreja a oreja y está deseando salir de la librería para sacar el libro y volver a leer algo de él.
Porque el oficio del librero es uno de los más bonitos del mundo. Y porque las librerías son unos de los sitios con más encanto y magia que existen, no he querido dejar pasar la oportunidad de agradecer a todas ellas la labor que realizan día a día: el acercar la cultura a grandes y pequeños lectores. Y más con la situación tan difícil en la que vivimos. ¡G R A C I A S!
Nos leemos,