Lucy Maud Montgomery jamás imaginó que aquel borrador que escribió y que estuvo encerrado más de dos años en el cajón de su escritorio, se convertiría en tal éxito literario que sobreviviría dos guerras mundiales, varias pandemias e, incluso, al fenómeno de Harry Potter. Tampoco que su casa se convertiría en un punto de peregrinación para lectores de todo el mundo ni que una traductora japonesa traduciría clandestinamente su obra para convertirla en una heroína nipona.
A lo largo de la historia, multitud de escritores se han preocupado por el concepto de posteridad y por dejar su huella en la sociedad para cuando ya no estuvieran. Y, aunque no sabemos si era algo que preocupaba a Lucy M. Montgomery, lo que sí sabemos es que ha dejado numerosas partes de ella que han acompañado a niños y adultos de todo el mundo.
La infancia de Lucy Maud Montgomery, clave para dar vida a Ana de las Tejas Verdes
Montgomery nació en 1874 en una pequeña localidad de la Isla del Príncipe Eduardo. Con tan solo dos años perdió a su madre y su padre decidió dejarla con sus abuelos, abandonándola y rehaciendo su vida en otro continente. Aunque este hecho le marcó -algo que plasmaría en su novela más famosa Ana de las tejas verdes-, tenía tanta creatividad dentro de sí que se pasaba el día disfrutando de la naturaleza, imaginando historias y dejando volar su imaginación.
Escribía de manera metódica las andanzas de su vida rural en su diario y con tan solo 10 años, comenzó a destacar por su habilidad a la hora de escribir poesía. Cursó bachillerato, fue a la Universidad y estudió Magisterio, siendo una de las pocas mujeres de su generación que aspiraron a una educación superior. Impartió clases en tres escuelas distintas y, aunque ya tenía un futuro más que asegurado, decidió dejarlo todo e invertir sus ahorros en estudiar Literatura Inglesa.
Walter Scott, las hermanas Brontë y los poetas románticos ingleses inspiraron a Montogomery y le permitieron soñar con un futuro alternativo que no estaba destinado para las mujeres de su época. Sin embargo, la muerte de su abuelo le obligó a volver a la casa familiar para cuidar a su abuela. Lejos de aislarse o deprimirse por tener que abandonar los estudios y los círculos intelectuales, esto le sirvió para poder centrarse en su escritura y, en 1905, escribió su primera obra Ana de las tejas verdes. Una historia en la que una niña huérfana, rebelde, imaginativa y entusiasta, era adoptada por un matrimonio de ancianos en una recóndita aldea rural donde descubriría lo que era un hogar, la amistad y el amor familiar. También su pasión por los estudios, por la naturaleza y por la literatura. Te suena, ¿verdad?
Multitud de editoriales rechazaron el manuscrito pero, dos años más tarde, Montgomery lo rescató de un cajón olvidado y volvió a intentarlo, hasta que el sello de Boston L. C. Page & Company decidió publicarlo.
Las aventuras de Ana de las Tejas Verdes conquistaron a lectores de todo el mundo
Lucy M. Montogomery consiguió vivir de su escritura gracias a Ana Shirley, la protagonista de Ana de las tejas verdes. ‘El libro fue un éxito inmediato, lo que hizo a su autora continuar con siete entregas más; un éxito que no ha cesado desde entonces (desde su publicación en 1908, ha vendido más de 50 millones de ejemplares y ha sido traducida a más de 30 idiomas)’, afirmaba el equipo de Edición de Edelvives, editorial que publicó en 2022 una edición magistral a cargo del ilustrador Antonio Lorente y que vendió más de 30.000 ejemplares en un año.
‘Creo que es un libro que no pasa de moda. Tiene el efecto de los grandes clásicos, son completamente atemporales. Es un libro lleno de valores y el personaje de Ana tiene un magnetismo especial que conecta con los lectores de todas las edades. Yo creo que marcó un antes y un después en estilo de novela. Un personaje como el de Ana, inquieta, inteligente, soñadora, creativa y romántica, haría cambiar la vida de muchísimas lectoras que quedaron por siempre enamoradas del personaje’, afirmaba Antonio Lorente en una entrevista que mantuvimos por correo.
Y lo cierto es que así fue. A lo largo de todos estos años, Ana de las tejas verdes ha ido enamorando a multitud de lectores y sembrando esperanza en cada uno de ellos. En plena Segunda Guerra Mundial, una misionera canadiense entregó a la japonesa Hanako Muraoka un ejemplar del libro. Le cautivó tanto la historia que la tradujo de forma clandestina y lo difundió entre sus conocidos. Poco después, cuando terminó el conflicto y el inglés se estableció como segunda lengua oficial, la editorial Mikasa Shobo publicó su traducción (1952).S e popularizó tanto que se convirtió en una heroína nipona que, a día de hoy, todavía se estudia en colegios. Y, además, cada año atrae a multitud de japoneses que visitan la casa-museo de la escritora, para conocer el entorno que inspiró la historia de Ana Shirley.
Un clásico revisitado y convertido tanto en manga como en serie en Netflix
La trama original y sus secuelas, se han transformado en mangas, animes, películas, cómics y también en series. La última, por parte de Netflix, se publicó en 2017 y tuvo tres temporadas antes de que la plataforma de streaming la cancelase. Esto sirvió para devolver a Ana a las mesas de novedades y sacar nuevas ediciones. Una de ellas fue la de Alfaguara (2022) a cargo de la ilustradora María Hesse: ‘Para mi era un sueño poder ilustrar este libro. Cuando me llegó la propuesta sentí que me estaban haciendo un regalo. El personaje de Ana es diferente, se sale de la norma. Creo que conecta mucho con aquellas personas que nos hemos sentido raras, con las que amamos la literatura, soñar despiertas… es muy especial’.
Hace más de 81 años que murió Lucy Maud Montgomery. 115 desde que su libro más famoso se publicase por primera vez. Escribió más de 20 novelas, 500 relatos y multitud de cartas y poemas. Sus dos hijos trabajaron para que la memoria de su madre no se perdiera… Testigo que ha heredado su nieta Kate Macdonald y que continúa con orgullo a día de hoy. Pero, sin duda, no hay nada más eterno y universal que la pasión por la vida que volcó en sus libros y su amor por la literatura. Algo que sigue tan vivo como Ana de las tejas verdes.
Conoce a Ana de las Tejas Verdes
