Louisa May Alcott, la autora detrás de la icónica novela Mujercitas, ha dejado una huella imborrable en la literatura y en los corazones de millones de lectores. Sin embargo, no muchas personas conocen lo que le llevó a escribir. Que usó un pseudónimo antes con el que escribía novelas de misterio. Que vivió en una comuna vegana que fundó su padre o que su madre era una activista por los derechos sociales y que ambos participaron en el Ferrocarril Subterráneo.
Cómo fue la infancia de Louisa May Alcott: imaginación y libertad como caldo de cultivo
La infancia de Louisa May Alcott estuvo llena de desafíos y experiencias que moldearon su carácter y su futura carrera como escritora.
Nació el 29 de noviembre de 1832 en Germantown, Pensilvania, en una familia que abrazaba los ideales trascendentalistas y fomentaba un ambiente librepensador. Un ejemplo de ello es que a Louisa le pusieron el apellido de la madre (May) y el materno del padre (Alcott).
Y, aunque la figura del padre ha sido la más destacada en muchas ocasiones, lo cierto es que sus dos progenitores bien podrían haber protagonizado cualquier libro o película de la época.
Abby May, la madre de Louisa May Alcott, activista por el sufragio femenino y participante del Ferrocarril Subterráneo
Su madre, Abigail May (1800-1877), nació en Boston (Massachussetts) en una familia de por sí, con historia. Su madre fue bisnieta de Samuel Sewall, uno de los jueces que presidió los Juicios de Salem. Su padre fue un predicador del unitarismo, por lo que reinaba en casa un ambiente conservador. Como te puedes imaginar, ella no tuvo una educación formal sino que recibía clases a través de una tutora.
Cuando conoció a Amos Bronson Alcott, el que sería su marido (1830) tras un largo periodo de noviazgo, decidió seguir formándose. Fue activista por el sufragio femenino, por el Movimiento por la Templanza (contra el consumo de bebidas alcohólicas), y en contra de la esclavitud.
De hecho, ella y su marido formaron parte del Ferrocarril subterráneo. Este movimiento fue una red clandestina en Estados Unidos que pretendía ayudar a los esclavos afroamericanos a que escaparan de las plantaciones del sur de Estados Unidos.
Cuando sus hijos se hicieron lo suficientemente mayores, ella volvió a trabajar y ejerció como trabajadora social en 1848. De hecho, fue una de las primeras trabajadoras sociales remuneradas del Estado de Massachusettes.
Amos Bronson Alcott, escritor, filósofo y catedrático
El padre de Louisa May Alcott, Amos Bronson Alcott (1799), venía de una familia humilde. Su padre era agricultor y mecánico . Aprendió a leer de manera autodidacta, ya que tuvo que trabajar desde muy pequeño. Trabajó en una fábrica de relojes (1814) y después como vendedor de libros y otras mercancías (1815). En 1823 comienza a trabajar como educador progresista y se convierte en uno de los líderes trascendentistas.
Este movimiento se formó por escritores y filósofos de Nueva Inglaterra (1830). Ellos defendían que las personas nacen buenas, que poseen un poder llamado intuición y que pueden acercarse a Dios a través de la naturaleza.
En 1834 abre Temple School en Boston. Un proyecto educativo en el que introdujo el arte, la música, el estudio de la naturaleza y la educación física. Todo ello en una época en la que esas cosas no se enseñaban normalmente. También profesaba una visión crítica hacia la religión. Aunque los alumnos guardaron con mucho cariño esa educación, lo cierto es que los padres desconfiaban de los métodos de educación y la escuela tuvo que cerrar al poco tiempo.
Fruitlands: la comunidad que creó el padre de Louisa May Alcott siguiendo los ideales de Thoreau y Emerson, los trascendentistas
La familia Alcott se mudó más de 20 veces en 30 años. Una de ellas, fue a una granja de Harvard (1843) que nombraron ‘Fruitlands’. El proyecto, pionero para los trascendentistas, proponía crear una comunidad agraria, prácticamente vegana, que rechazaba todo tipo de productos de origen animal (lo que incluía lámparas que usaban la grasa de ballenas). También rechazaban el uso de azúcar y café, cuya explotación provenía del comercio esclavo en el Caribe.
Aunque la granja fue comprada por Charles Lane, lo cierto es que todos los bienes eran comunales y no se utilizaba la mano de obra animal. Al depender totalmente de la agricultura, los meses de invierno fueron demasiado duros y tuvieron que abandonar la granja. El proyecto solo duró siete meses.
Pero dejó un gran legado: la granja se convirtió en el Museo de Fruitlands que sigue abierto a día de hoy. Y Louisa May Alcott, que por entonces tan solo tenía 11 años, escribió el libro Fruitlands: Una experiencia trascendental, que Impedimenta ha publicado en España.
El ejemplo de Fruitlands es uno más de los proyectos de los padres que no funcionaron muy bien, y que les llevaron a la bancarrota. Pero, aunque no tuvieron grandes fortunas, el legado en ideales fue valiosísimo. Un pariente de ellos, William A. Alcott, fundó la American Vegetarian Society (AVS), la primera organización vegetariana estadounidense. Y bueno, la huella que dejó en Louisa May Alcott es transversal en todos sus libros y las experiencias le sirvieron como base de muchas de las narrativas y personajes que Louisa desarrollaría en sus obras.
Louisa May Alcott: de niña a escritora
Como habrás imaginado al leer sobre sus padres, Louisa May Alcott vivió una vida excéntrica y fuera de lo común. La familia May Alcott se mudó al menos 30 veces, salvo los dos años que pasaron en la mítica casa de Concord, que hoy en día es un museo. De hecho, las hermanas vivieron poco tiempo juntas, ya que normalmente se quedaban con familiares o amigos mientras sus padres militaban por diferentes causas sociales.
Pero eso caló en la joven Louisa. Ella también fue activista tal y como le enseñaron sus padres a ella y a sus hermanas. Defendió el sufragismo y el movimiento abolicionista, al igual que la independencia de las mujeres. De hecho, ella nunca se casó y defendió en varias ocasiones que quería ser un chico para tener la independencia y la libertad que eso conllevaba. También fue la primera mujer de Concord que votó y vivió sola en Boston durante gran parte de su vida.
La escritura como una forma de vida
También consiguió el logro que se propuso desde pequeña: conseguir vivir de la escritura y mantener con ello a su familia, haciéndose cargo al completo de ella cuando su madre murió. Comenzó su carrera literaria escribiendo novelas de suspense bajo el pseudónimo de A. M. Barnard.
Estas primeras obras, aunque diferentes de su estilo posterior, le ayudaron a sostener económicamente a su familia y afianzarse como escritora. Y de hecho era con los textos que más disfrutaba. Hasta que su editor le recomendó que escribiera algo más femenino, y le encargó Mujercitas. Al principio se negó pero cedió a la presión y el resto, es historia.
Además de escribir, Louisa trabajó como maestra y costurera pero sus libros comenzaron a funcionar muy bien desde el principio y se centró en la escritura. Pronto, abandonó el pseudónimo y ganó reconocimiento con su propio nombre, gracias a sus relatos llenos de imaginación y realismo.
Mujercitas, un éxito literario inmediato que popularizó la escritura de Louisa May Alcott
El verdadero éxito de la autora llegó con Mujercitas (1868), una novela semiautobiográfica que se convirtió en un clásico instantáneo. La historia de las cuatro hermanas March, basada en Louisa y su familia, resonó profundamente con los lectores desde que salió.
Y es curioso porque hay bastante de la escritora en el libro. Uno de los personajes más queridos de Mujercitas es Jo March, quien representa a la propia escritora. Jo es una joven escritora apasionada, que ansía independencia y adora escribir. Al igual que Jo, Louisa enfrentó las expectativas sociales de su tiempo, luchó por su independencia, deseaba ser un chico y utilizó su talento para escribir como una forma de empoderarse y sostener a su familia. La relación de Jo con sus hermanas también está profundamente inspirada en la familia Alcott, aunque lo cierto es que aportó mucha imaginación sobre su ideal de familia conservadora, ya que la suya no tenía nada que ver con el ideal que le encargaron.
Adaptaciones de Mujercitas
¿Hay algo mejor que leer un buen libro? Quizá ver su adaptación. Y en el caso de Mujercitas, al menos podemos destacar cuatro: Mujercitas de George Cukos (1933), Mujercitas de Mervyn LeRoy (1949), Mujercitas de Gilian Amstrong (1994) y Mujercitas de Greta Gerwig (2019).
Aunque la primera de todas sea una de las más icónicas, con una Katherine Hepburn como Jo, lo cierto es que en el resto de adaptaciones encontramos a grandes actrices como en la de 1949 donde vemos a Elizabeth Taylor como Amy, o en la de 1994 a Kirsten Dunst como Amy, Winona Ryder como Jo, Claire Danes como Beth o una maravillosa Susan Sarandon como Marmee.
Mujercitas de Greta Gerwig (2019)
Mujercitas dirigido por Greta Gerwig, fue toda una sorpresa. En esta ocasión, Jo fue interpretado por Saoirse Ronan; Amy por Florence Pugh; Meg por Emma Watson; Beth Por Eliza Scalen; Laurie por Timothée Chalamet; Marmee por Laura Dern y Tía March por la increíble Meryl Streep.
Además del maravilloso elenco, la película ofrecía reflexiones feministas y diálogos en los que los personajes tenían más peso, especialmente el de Jo (que ofrecía una versión más apasionada, fuerte y valiente) y el de Amy, a la que por fin podríamos ver con más minutos en pantalla y conocer más sobre su trasfondo, pasando de una niña caprichosa a una mujer más sabia y coherente con sus intereses.
El único pero que le añado a esta versión es que Emma Watson pasa algo desapercibida en esta versión, y me hubiera gustado que fuera diferente. Al igual que las apariciones de Meryl Streep y Laura Dern que, aunque son breves a lo largo de la película, son perfectas interpretando a cada personaje.
Más allá de Mujercitas: otros libros de la autora
La Herencia (1849) es una historia en torno a una mansión británica en la que la viuda Lady Hamilton se rodea de la compañía de sus jóvenes hijos Amy y Arthur, su sobrina Ida y una joven italiana Edith Adelon, y esta armonía se rompe con la llegada del también joven Hamilton, lord Percy.
Escenas de hospital (1863): fue el libro que catapultó a la autora. Louise se alistó como enfermera en la guerra civil norteamericana como voluntaria y, mientras estaba allí, escribió cartas a sus familiares donde hablaba sobre la gestión de los hospitales, la insensibilidad de algunos cirujanos y su paso de la inocencia a la madurez a través de los todo lo que vivió.
Un susurro en la oscuridad (1863): un relato corto con tintes de thriller gótico en el que una joven está encerrada en una habitación bajo el control médico y mental de un doctor.
Más suspense y relatos góticos
Cambios de humor (1864) fue la primera obra publicada por Louisa May Alcott, cuatro años antes que Mujercitas, aunque se reescribió 20 años después. Una chica joven se embarca en un viaje en barco con su hermano y dos amigos, inspirados en los filósofos (y amigos de los padres de Louisa) Henry David Thoreau y Ralph Waldo Emerson. Ambos se enamoran de ella durante el viaje y tendrá que decidir si alguno de los dos podría ser su pareja.
Un cuento de enfermera (1865): también con tintes autobiográficos sobre lo que vivió como enfermera, narra la historia de una mujer que cuida de una niña con una enfermedad mental.
La llave misteriosa y lo que abrió (1867) Una pareja de nobles vive en una mansión apaciblemente. Sin embargo, reciben la visita de un extraño y a raíz de eso, se desarrollará una tragedia. Misterio y romance, se entrelazan en esta historia en la que puedes conocer su lado más gótico e intrigante.
Libros publicados después de Mujercitas
La niña anticuada (1869) cuenta la historia de una niña que vive en una zona rural y se muda para visitar a unos amigos en la ciudad. A ellos les avergüenzan sus costumbres y ella se plantea si realmente merece la pena cambiar o no.
Hombrecitos (1871) es la continuación de Mujercitas en la que conocemos cómo le va a Jo trabajando en la escuela y guardería dirigida por ella y por su marido.
Los muchachos de Jo (1888) continúa la historia de Hombrecitos. Se centra en los alumnos de Jo y en sus hijos, 10 años después que el anterior libro.
Ediciones especiales de Mujercitas
Influencias literarias de su época
Louisa May Alcott fue influenciada por diversos autores y movimientos literarios de su tiempo. Estuvo rodeada de intelectuales trascendentalistas como Ralph Waldo Emerson y Henry David Thoreau, quienes influyeron en su pensamiento y escritura.
Además, las obras de autores como Charles Dickens y las hermanas Brontë dejaron una marca en su estilo narrativo. Alcott admiraba la capacidad de Dickens para crear personajes memorables y tramas complejas, así como la forma en que las hermanas Brontë exploraban la psicología y la emotividad de sus personajes femeninos.